Tuesday, October 31, 2006

Por complejidad y transparencia.

La caracterización de una época por condiciones que sobrepasen el ámbito de lo inmediatamente perceptible de manera unívoca, es decir que incorporen la complejidad multicausal al universo de sus significaciones identitarias, es ciertamente una tendencia de la cual dan cuenta las orientaciones internacionales en distintas materias y que de algún modo resultan un fiel corolario operativo de la complejidad creciente de los sistemas no lineales, como en rigor y pese a todo, siguen siendo las relaciones sociales. Es así que los índices de Desarrollo Humano que manejan las Naciones Unidas, por ejemplo, responden a una matriz de tres indicadores interrelacionados, cada uno de los cuales, a su vez, incorpora una serie de variables significantes.
Este es en otro ámbito, la propuesta intelectual de Gilbert Durand, con su “cuenca semántica” y se podría decir que no otra es la de Emmanuel Todd, quien aún proveniente de la rama hegemónica de la materialidad industrial, es decir de la economía, advierte de condiciones antropológicas y educacionales que determinan a su vez el comportamiento económico. Estas son características del cambio de paradigma y así han sido abordadas en sus concreciones “deconstruidas” por Deleuze y otros. En el fondo (y ahora también en la superficie…) esto da cuenta de una conciencia que se ha instalado en la época y que responde a dos ejes de pensamiento: por una parte, la que implica la teoría de sistemas y su correlato –algo más contemporáneo-, de “redes” y por el otro, aunque no sin relacionarse con lo anterior, con el paso de la “materialidad” propia a la era industrial, a la fluidez con que se identifican los inasibles movimientos de la era de la información. El que se establezcan, sin embargo, con carácter de necesario, relaciones entre ámbitos distintos tanto en cuanto a sus niveles de pertenencia, como en el orden de sus magnitudes (“el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede provocar una tempestad en New York”), no deja de ser un hecho cualitativamente novedoso, incluso dentro de esta última y que prefigura o anuncia ya en su enunciado, su paso hacia la sociedad del conocimiento, que grosso modo puede ser entendida como el topos temporal (momentum) en que la información disponible, adquiere significado. Dónde la comunicación se transforma en transmisión (Debray).

Una temática en este sentido tan importante como “clásica” (pienso en M. Foucault), consiste en establecer relaciones entre una determinada periodización de las sociedades dentro del Modo de Producción y el tipo de enfermedad que históricamente las caracteriza. La propuesta de identificar la emergencia masiva del “virus”, con la 4ª etapa del capitalismo, que nos ha presentado recientemente T. Bardini (www.ctheory.net), nos parece particularmente interesante, por cuanto, más allá de la importancia creciente de la pandemia del SIDA (que en nuestro país no parece revestir la magnitud cuantificable con que ha golpeado a otros), la caracterización del virus en tanto ser sin sustancia propia, su propia indefinición vital en lo que concierne su naturaleza orgánica o inorgánica y los alcances –más que puramente lingüísticos- que remiten a la tecnología informacional, nos parecen particularmente ricos en significado para abordar desde allí el tema de la innovación y los temores que genera en el mundo de las jerarquías institucionales.

Y es cierto que nos equivocaríamos al asumir que la importancia creciente de las estrategias de autodefensa de las jerarquías, está lejos de ser una cuestión que solo se produzca al interior de la administración pública, para encontrarse con tanta o mayor fuerza en el ámbito de las organizaciones de tipo privado. Sin posibilidades de abordar el tema en profundidad, para determinar si no se trata como suponemos de esas temáticas generadas en el campo de lo privado y que impactan hasta hacerse visibles –y discutidas-, en el ámbito público, convengamos en que siendo uno de los aspectos de la interfase actual de las sociedades, es preferentemente en el espacio social del servicio público, en virtud de sus necesarios atributos democráticos, que la discusión encuentra (encontraría) su espacio natural de desarrollo. No cabe por otra parte duda, que los criterios de probidad y transparencia con que se instaura la internacionalización plena en nuestro país, así como los distintos cuerpos normativos que genera, y así no se reconozca con la debida fuerza, tienen por añadidura este alcance que señalo. Por cierto, mientras no se internalice la práctica y solo genere resistencia, se sigue en el ámbito preferente de la paradoja... pero es tendencia dominante.

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