Saturday, November 15, 2008

El tiempo del habla.


Aunque puede hacer referencia al tratamiento general de cualquier tema y la proximidad de sus contenidos a ciertos modos de enfoque que al cabo, por su naturaleza epistemológica necesariamente tendrán carácter de reducción a elementos unívocos, que por si mismos explican los otros, la globalización pareciera haber acelerado esta tendencia hacia la totalidad en varios aspectos de los cuales trataremos de iniciar en estas notas el rescate de los más importantes.

En primer lugar resaltemos que el proceso de unificación de criterios estrictamente económicos y de modalidades consensuadas de intercambio, bajo las condiciones indiscutibles del modo de producción capitalista (que básicamente deben ser entendidos en su forma más ortodoxa para no producir dudas, es decir propiedad privada y división del trabajo, acumulación y lucha de clases), se ajusta perfectamente a las realidades locales de su generación, produciendo un contexto "específicamente capitalista", en todas partes del mundo y de esta manera subsumiendo las realidades culturales e identitarias de las distintas regiones, a los principios universales del modo de producción capitalista. Tal vez esta primacía absoluta del monoteísmo económico sólo encontrará posibles diferencias significativas en cuanto a las expresiones políticas de esa realidad económica en distintos lugares del globo. No obstante, ello requiere alguna consideración adicional.

Sin duda el que la compleja red de compromisos acuerdos normativas y transacciones comerciales que el sistema económico impone -y requiere-, han supuesto que la expresión de lo económico vaya permeando cada vez más un conjunto de niveles de acción que normalmente no se concedían como parte de la infraestructura, es decir de lo estrictamente económico, para perfilarse decididamente en el ámbito de la superestructura. De esta manera, el establecimiento de normativas, marcos legales regulatorios, etc. Se han articulado con formas superiores y más refinadas del ejercicio del poder, generando un ámbito sino común francamente tendiente a la unificación en todos los países del mundo.

La más clara expresión de ello es la aceptación acrítica del modelo político de la democracia como forma óptima de gobierno en cualquier lugar del mundo. No siendo el objeto de esta reflexión un análisis de política histórica comparada, no abordaré esta compleja problemática aquí. Sin embargo no puedo menos que señalar tres cuestiones que en general no forman parte del discurso común cuando esta temática se aborda. En primer lugar señalar que claramente éste modelo de democracia es aquel que en teoría marxista llamábamos "democracia burguesa" y que no es otra cosa que una forma histórica particular de dominación de una clase por otra de tal forma que asegure las relaciones de clase y ejercicio del poder existentes, cerrando el universo de las transformaciones políticas al modelo unívoco de lo “dado”. Dicho de otra manera este tipo de democracia es funcional a la formas de acumulación y distribución de la riqueza que el modo de producción capitalista genera en la actualidad. Observo en segundo lugar, que la imposición de esta forma de gobierno en la cual los ricos administran su riqueza, tal como demuestra el reciente y aún actual episodio histórico de la invasión de Estados Unidos a Irak, recurre paradojalmente a formas que no tienen nada de democráticas, pero sobretodo, que no toman para nada en cuenta los procesos históricos de generación de formas de construcción del poder político en los distintos lugares del mundo, los cuales ciertamente reposan sobre condicionamientos antropológicos que en una perspectiva temporal no tienen ni la velocidad, ni las urgencias de velocidad, que tiene porque requiere el proceso de acumulación de riquezas del modo de producción capitalista para seguir reproduciéndose.

En tercer lugar, no será vano recordar que muy probablemente el concepto mismo de democracia sea el referente privilegiado de un término vacío, por cuanto nunca ni en ningún lugar ha tenido la existencia que su uso conceptual más que sugiere, consensúa. Es así que la democracia ateniense (origen del paradigma conceptual) era una sociedad de esclavos. Deimos “el pueblo” en una etimología probable -que ciertamente no explica el por qué de su acepción "popular"-, sería a un grupo de actores de la Grecia pre clásica que representaban los misterios de Dionisio en diversos pueblos y festividades, marcando un vinculo interesante y podríamos decir hegelianamente permanente a pesar de los cambios, entre la actividad teatral de la representación, la iniciación a los misterios sagrados y la sociedad del espectáculo, que bañan en todas sus manifestaciones el ejercicio actual de la forma política que consideramos.

Podríamos agregar aún, que esta relación ontológica entre democracia y utopía que parecieramos postular, se vería aún reforzada por la utilización teórica del concepto en el marxismo, cuando refería a la dictadura del proletariado como verdadera democracia (no sin permitir como tantas veces, la referencia al marco teórico superar las contradicciones del inmediato...), en el sentido que ese "único tipo de democracia real", que es una dictadura de los más sobre los menos, no se concibe como un estado definitivo, sino sólo como el momento de tránsito necesario para terminar con la sociedad de clases, el estado que la representa y el modo de producción que las genera, no existiendo en estricto rigor necesidad ninguna de forma política de ejercicio del poder en una sociedad sin clases.

Taoísta al fin esta visión luminosa del imposible hecho posible por su condición de “atractor extraño” en medio del caos de la falta de ideas, no será vano referir a la metonimia para considerar la opinión expresada en el tao te ching a propósito de las leyes: "la existencia de las leyes, es señal inequívoca que la virtud ha desaparecido".

Como quiera que sea entonces esta forma común a las naciones en sus aspectos económicos y políticos parece haberse apoyado de manera fundamental en la coincidencia de los desarrollos tecnológicos que ella misma ha generado pero que también la han permitido. Efectivamente las TIC´s se han convertido en la condición sine qua non de la globalización y la convergencia de las tecnologías, en el campo más fértil, a la vez de las preocupaciones que genera su impacto, como de las soluciones posibles que ellos pudiera tener.

De esta manera el verdadero gestor y el máximo productor de la globalización han sido las comunicaciones. Recoge la imagen-Strauss de concebir las sociedades humanas como un inmenso arsenal de comunicaciones (intercambio de mensajes), en el cual grupos e individuos intercambian entre sí mensajes de tres niveles distintos del lenguaje: reproducción producción y habla. El evidente desarrollo exponencial de la velocidad de intercambio de este último sobre los otros dos, permitiría también entender que sobre la organización de las relaciones de parentesco y las formas de producción intercambio y consumo, emergiere como elemento central y único verdadero espacio virtual totalizante, el paradigma de las comunicaciones, este sí máximo exponente, referente paradigmático y ventana de apertura del momento histórico o del proceso de acumulación internacional del capital, que gentilmente hemos dado en llamar globalización.